14 mayo 2006

"CALLEJÓN DE LA LUNA"

Este tema, de Vicente Amigo, debe ser hoy por hoy la taranta más famosa en el flamenco a nivel mundial. Los jóvenes que tocan la guitarra flamenca en cualquier país, se esfuerzan por “sacarla” y cual más cual menos, todos tienen en sus dedos algún pasaje del tema y muchísimos lo tienen entero. Son los mismos jóvenes que cuando empezaban, le hincaron el diente a “Entre Dos Aguas” y con la ayuda de algún amigo tocaron esa rumba hasta transformarla en un perfecto “hit” que todo el mundo conoce.
Antes de que apareciera “Callejón de la Luna”, pareciera ser que la taranta más famosa era aquella mezcla de “Aires de Linares” y “Fuente y Caudal” que tocara Paco de Lucía en el inolvidable concierto del Teatro Real, en Febrero de 1975. Por cierto, se han grabado otras tarantas y tarantos memorables en los últimos 30 años, como “Cazorla” de Serranito, el “Taranto del Santo Rostro” de Manolo Sanlúcar, “Profundidades” de Rafael Riqueni, “In memoriam” de Carlos Piñana, “Tío Sabas” de Paco de Lucía y "Buscando Amores" de Manolo Franco, incluida en ese álbum titulado “Aljibe”, que solo llegó a publicarse en cassette y nunca se editó en CD como merecía largamente. Pero lo cierto es que “Callejón de la Luna” es capítulo aparte, desde el momento en que transforma a Vicente Amigo en el único guitarrista flamenco que se ha hecho conocido con una taranta, por favor, que esto es algo inaudito toda vez que la taranta no es exactamente un estilo “oreja”, es decir, una forma musical que pueda ser comprendida fácilmente por el público no iniciado. Paco de Lucía se hizo famoso con una rumba llamada “Entre Dos Aguas”, Manolo Sanlúcar saltó a la fama con otra rumba titulada “Caballo Negro” y Víctor Monge “Serranito” lo hizo con su versión de un tema del folclore paraguayo llamado “Pájaro Campana”. Cada guitarrista en el flamenco ha tenido su punta de lanza en temas diferentes y ahí está, por ejemplo, El Viejín, cuyo tema más popular parece seguir siendo la minera “A mi hijo Jonatan”, pero El Viejín, con todo lo buen guitarrista que es, solo ha grabado un disco y no es internacionalmente famoso como Vicente.
Ahora bien, fuera ya de lo anecdótico y singular que pueda resultar esto de hacerse popular con un toque por taranta y lo interesante que es el hecho de que “Callejón de la Luna”, bien o mal tocado, puede escucharse en tantos rincones del mundo, cabría preguntarse qué saben acerca de las tarantas y los estilos mineros todos los jóvenes que abordan la compleja empresa de arrancarle al disco la taranta de Vicente y meterla, a veces un poco a la fuerza, en sus propias guitarras. Sospecho que en muchos casos, y hasta me atrevería a decir que en mucho más de la mitad más uno de los casos, lo que interesa es tocar ese tema por bonito, por famoso y porque es de Vicente, que a no dudarlo es hoy el verdadero ídolo de los guitarristas de flamenco nacidos después de los años ’70 en cualquier parte del mundo, pero esa música, esa ordenación de sonidos, sigue siendo una taranta. De alguna manera me parece que es algo muy similar a lo que suele suceder en el mundo de la “guitarra clásica”, incluso tratándose de guitarristas bastante ilustres, cuando abordan la “Danza del Molinero” de Manuel de Falla: debajo del título, hay o debiera haber siempre, una palabra mágica que es “farruca”. Me parece que con mucha frecuencia no se le otorga a esa palabra la importancia necesaria como para buscar su significado y revisar qué es una farruca y cómo se relaciona eso con la pieza de Falla, en beneficio de una mejor interpretación y, sobre todo, de evitar la españolada casi caricaturesca que resulta de las versiones de algunos grandes intérpretes que parecen creer que con tocarla fuerte y rápido ya se ha dado en el clavo y se ha logrado una interpretación “españolísima”.
Para tocar algo con propiedad, o con la mayor posible, es preciso saber de qué se está hablando y si el tema no es propio, saber de qué estaba hablando el que lo compuso, saber qué quiere transmitir y reflejar un toque por taranta (porque el cante cuenta con el recurso de la palabra y por lo tanto es más directo como mensaje), ojalá haber escuchado muchas otras tarantas hasta haberse formado una opinión propia respecto a su profundidad, al color de su armonía y a la probabilidad real de que la guitarra pueda, por sí sola, hacernos sentir lo que el cante por taranta puede transmitir. Obviamente, también es aconsejable para todo guitarrista escuchar todo el cante por tarantas que sea posible y ojalá ver todo el baile posible. Tal vez, alcanzado un cierto nivel de conocimiento del estilo, hasta podría suceder que un guitarrista que tocaba “Callejón de la Luna” exactamente igual que Vicente, nota por nota y frase por frase, descubra que él mismo podría crear una versión personal de ese tema diciendo nuevas cosas sobre las ya dichas. Después de todo, en eso consiste el arte de “versionar” un determinado tema: cuando Elvis Presley decidió cantar “Yesterday”, no pensó jamás hacerlo a la misma velocidad, con los mismos giros melódicos, en el mismo tono y copiando con calco lo que había grabado Paul Mc Cartney, porque eso no habría tenido sentido alguno tratándose de artistas de ese nivel, y lo mismo pasó cuando Miles Davis metió “Yesterday” en su trompeta y transformó un tema de 3 minutos en una pieza de 15, fantásticamente personal. De hecho, si se trata de escuchar el “Callejón de la Luna” tocado idénticamente a como Vicente lo grabó, prefiero poner el disco y escuchársela a Vicente que, mientras alguien no haga algo distinto, seguirá siendo el que mejor lo toca.
No se puede negar que hay un gran mérito en llegar a tocar esa taranta correctamente, pero ¿qué es correctamente? ¿tocarla con todas sus notas y ni media más? ¿tocarla con la misma intención que el autor y que dure exactamente lo que dura en el disco? ¿o apuntar nuevos colores, nuevas intenciones y nuevas y personales lecturas de lo que el tema sugiere? No hay duda de que se trata de un tema bellísimo y magistralmente logrado, pero siempre se puede hacer algo más, siempre se puede decir algo aunque sea levemente diferente, porque a fin de cuentas el flamenco es un arte personal, especialmente en la guitarra y en el baile y de eso no hay que olvidarse.
“Callejón de la Luna” es un tema sensacional, porque lo compuso un músico sensacional, y siendo una taranta, hace un rato ha salido ya del sistema solar del flamenco, pero por si alguien no me está entendiendo y no sabe para dónde quiero ir con esto que estoy diciendo, me permitiré sugerir a modo de ejemplo que se escuche la bulería “Almoraima” de Paco de Lucía en su estado original, en el disco que lleva el mismo nombre, y luego se escuche lo que Jorge Pardo hizo con ella en el disco “10 de Paco”, que grabara con Chano Domínguez: está la flauta completamente sola, sin acompañamiento instrumental y armónico alguno, incluso dura la mitad de lo que dura el original y sin embargo sigue siendo inconfundiblemente “Almoraima” y sigue siendo una bulería.
Por ahí, creo, va la cosa.