26 noviembre 2006

Y siguen utilizando la guitarra...

Hace ya algún tiempo escribí un extenso artículo sobre este tema para www.deflamenco.com por lo que se supone que no sería necesario volver sobre el tema, y no porque fuera tan iluso que esperara que algo iba a cambiar a partir de esa publicación, sino porque si de algo no me voy a cansar es de escribir y hablar lo que sea necesario si se trata de reivindicar a la guitarra flamenca.

Alguien se preguntará qué reivindicación necesita la guitarra flamenca, especialmente hoy, cuando aparentemente está en uno de sus mejores momentos, cuando los viejos y los nuevos tercios están tocando por todo el mundo, cuando tenemos a un Paco, un Manolo y un Serranito plenamente vigentes y tenemos a Vicente que también va por todo el mundo y a Gerardo Núñez en similar situación, además de un Riqueni felizmente de vuelta y tantos nombres que llevan la guitarra a tantos escenarios. A ese alguien, quiero recordarle (o contárselo si es que no lo sabe) que el panorama no es tan positivo como parece, porque los nombres que acabo de citar son los que siempre han tenido actividad de conciertos, pero entre todos suman un porcentaje sumamente bajo de la inmensa nómina de guitarristas flamencos que existen y que podrían ofrecer conciertos de primera categoría. De hecho, si sumamos los nombres de los que hoy por hoy pueden dar conciertos, no llegamos al diez por ciento.

La idea, aquí, no es alegar falta de oportunidades para esos otros guitarristas, aunque me gustaría preguntarte a ti, lector de este blog, si sabes en qué está en este mismo minuto una larga nómina de guitarristas a los que hemos visto en concierto y que seguro están tocando, pero no como solistas sino acompañando el cante de alguien porque hay que comer y pagar cuentas y escenarios y oportunidades no hay para todos. La idea es alegar la eterna relegación de la guitarra a un tercer y cuarto plano dentro del mundo del flamenco, poner en tela de juicio la escasa o nula importancia que le otorgan todavía tantos y tantos estudiosos del flamenco, que solo se interesan en el cante y nada más, produciéndose situaciones verdaderamente increíbles por lo extremas que pueden llegar a ser y, como ejemplo de lo anterior, te digo que a mitad de año me contaba en Córdoba mi amigo Oscar Herrero que en una conversación con uno de estos eruditos, este señor le había dicho a Oscar algo como “qué lastima que ya no tocas flamenco…” debido a que Oscar estaba desarrollando su carrera de concertista y no acompañando el cante. O sea, para ese señor tocar en solitario no es tocar flamenco. Me gustaría estar presente si se atreve a decirle eso mismo a Manolo Sanlúcar, para ver cómo sale el flamencólogo en una camilla…

Por otra parte, se siguen exhibiendo documentales y se siguen publicando discos en que el nombre del guitarrista que acompañó el cante o el baile no figura ni siquiera en letras pequeñas y sin embargo muchas veces fue el guitarrista el que hizo la música del espectáculo o del documental. ¿Quién entiende y quién me explica eso?

Desde hace muchos años tengo la sensación de que una mayoría de los estudiosos del flamenco ignora que fuera de España, el tercer elemento en orden de interés no es la guitarra sino, precisamente, el cante. Esto, debido en parte a que se asume que para cantar flamenco realmente por derecho deben concurrir requisitos que habiendo nacido fuera es muy difícil reunir y, por otra, a la escasez tremenda de cantaores. Sería interesante que estos señores supieran que si el flamenco está hoy en casi todo el mundo, los teatros se llenan, las academias proliferan y la afición crece por horas, no se debe en lo absoluto al cante sino, en primer lugar, al baile y en segundo lugar a la guitarra flamenca, porque hasta hoy el artista flamenco más famoso en el mundo entero ha sido un guitarrista de Algeciras cuyo nombre todos conocemos. Que hoy sean igualmente famosos nombres como Eva Yerbabuena, Antonio Canales, Sara Baras y otros que son del baile, no hace sino confirmar que baile y guitarra han cautivado y han atraído hacia el flamenco a más almas en todo el mundo que las que hubieran podido reunir todos los famosos del cante juntos. Si uno le pregunta a un taxista en Buenos Aires quién es Paco de Lucía, posiblemente no va a conocer el año de nacimiento ni la discografía completa, pero de que va a saber quién es, no tengas la menor duda. Pero si le preguntas quién es Antonio Mairena o Arcángel, apuesto una cena a la carta en Puerto Madero a que no va a tener idea. Y lo mismo va a suceder en Santiago, en Ciudad de México, Vancouver o Belgrado.

Y a pesar de que la guitarra parece ser lo menos importante del flamenco, se la sigue utilizando para ilustrar el flamenco : la guitarra, como ícono, está en una cantidad descomunal de carteles de eventos de cante, vaya contrasentido : si lo más importante, si lo único importante es el cante y todo lo demás son accesorios ¿por qué carajo siguen utilizando las formas de una guitarra para ilustrar un cartel de cante? ¿porqué se sigue ilustrando con una guitarra no solo eventos de cante, sino también academias, congresos, encuentros, jornadas de estudio, cursillos, festivales y hasta bares de tapas? ¿será porque la forma de una guitarra es bastante más bonita que la de una boca abierta, a veces desdentada y tal vez de dudosa higiene?
Ojalá alguna vez los estudiosos que no distinguen un toque por soleá de uno por alegrías, dejen a la guitarra, que tanto menosprecian, en paz. Y ojalá también que los cantaores y bailaores dejen de echarle la culpa al guitarrista cada vez que se ellos se equivocan, porque esa es una actitud artera y sin costo ético alguno. Asumamos cada cual nuestros fallos, que en tanto seres humanos los cometemos porque es normal, pero ya basta de esconderse detrás de la guitarra aquellos que se tienen por infalibles. La guitarra flamenca tiene mucho que decir, de hecho mucho más de lo que creen los sacerdotes del flamenco y por lo tanto merece que se la respete y se la considere como corresponde, porque sin ella el flamenco queda mutilado.

Felizmente, en la actualidad contamos con estudiosos (todavía muy pocos) que han dedicado a la guitarra sus mejores esfuerzos y ahí están Eusebio Rioja, Norberto Torres, José Manuel Gamboa, y unos cuantos más a los que recomiendo a todos ustedes leer cuando tengan la posibilidad. Lo mismo puedo decir de Félix Grande y Ángel Álvarez Caballero.
Hasta la próxima.

Carlos Ledermann

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