26 marzo 2006

Enseñar no es cosa sencilla...


No es cosa sencilla, actualmente, enseñar la guitarra flamenca cuando los estímulos que especialmente los jóvenes tienen, se originan en razones tan complejas como haber escuchado y querer tocar como Paco de Lucía, como Vicente Amigo, como Tomatito, como Gerardo Núñez o como tantos grandes guitarristas cuyos discos están en todo el mundo y cuyas actuaciones también les significa recorrerlo. Asumo que en el plano del baile debe suceder algo similar: siempre hay modelos a los que se quiere seguir, imitar, emular, o por lo menos, parecerse.
Cuando alguien viene a mis clases por primera vez, siempre le pregunto qué sabe acerca del flamenco y a qué guitarristas ha escuchado, para tratar de entender qué lo ha motivado a estudiar esta forma de tocar la guitarra. A la primera pregunta, habitualmente la respuesta es muy poco y ante la segunda, por supuesto Paco de Lucía es el primer nombre que aparece y en muchas ocasiones, incluso el único. Otros agregan a Al Dimeola y a John Mc Laughlin, convencidos de que lo que ellos han tocado, junto con Paco, es flamenco. No es raro que lleguen jóvenes que han estado estudiando guitarra “clásica” y afirmen haberse aburrido de la formalidad, la rigidez y la esterilidad total de cualquier atrevimiento creativo que caracteriza a esa escuela, por la que hace muchos años yo también pasé.
Cuesta trabajo hacer entender a estos jóvenes que estudiar flamenco no es estudiar a Paco de Lucía, que Paco de Lucía es un ser de otra galaxia, algo como Roger Federer en el tenis, y que pretender tocar como él significa que en realidad no es que tengan interés en el flamenco sino en lo que hace un personaje en particular y de lucirse por la vía de un virtuosismo que ese personaje ha llevado a las máximas cotas posibles, por lo que la posibilidad de alcanzar el objetivo inicial que los ha traído es bastante poco probable. Cuesta más trabajo aún, hacerles entender que Paco, siendo Paco, no es el flamenco sino una parte de él y que hay otros muchos artistas a los que se debe conocer antes de hacer un nuevo trazado de metas de corto, mediano y largo plazo. Pero lo que verdaderamente toma tiempo, paciencia y consideración, es hacerles entender que ellos, como cualquiera de nosotros, son personas que tienen fronteras y que Paco y todo el estado mayor de la guitarra flamenca actual están, debido a cientos de razones, muy lejos más allá de esos límites.
Cuando se es joven, es muy difícil aceptar la posibilidad concreta de que, por mucho que algo le guste, uno puede carecer de las condiciones naturales necesarias, que no esté dotado de manera especial y que eso de que “si él lo hace ¿por qué yo no voy a poder?” es una .......... mejor no lo escribo. Como casi todo en esta vida, el asunto es muy piramidal : de determinado número que empieza, menos de la mitad alcanza los niveles superiores; menos de una sexta parte termina los estudios y, con suerte, la cuarta parte de esa sexta parte se integra al circuito profesional. Y de esos que se integraron al circuito, la cuarta parte llega a subirse a un escenario para tocar en concierto y el resto inicia un trabajo de acompañantes, varios de ellos muy bien por cierto, pero yo al menos creo no recordar a más de cuatro personas, en 23 años que llevo dando clases y sobre 230 alumnos, que cuando les pregunté dónde esperaban llegar en la guitarra flamenca, me respondieran que querían acompañar baile y cante. El resto, quería tocar en solitario, dar conciertos, hacer giras y grabar discos. Los discos, hoy en día pueden grabarse en la casa si se dispone de un buen software, pero los conciertos hay que hacerlos fuera de ella, y las giras...
Reitero, antes de seguir, que estoy hablando de gente joven, porque con los adultos la historia es muy diferente y mucho más simple, más real y más objetiva, vamos, por eso son adultos.
El punto es que cuando Don Paco es la figura omnipresente, una figura que proyecta una sombra de la que es casi imposible salir, hay que estar permanentemente recordándole al alumno: “Paco es Paco y tú eres solo tú”, hay que recordarles: tú estás empezando, tú naciste aquí, no en Andalucía, en tu casa nunca se ha escuchado flamenco, tus amigos del barrio tampoco lo conocen, a tu casa no va de cuando en cuando a cenar El Cigala, en tu barrio no ha habido juergas ni afición, tu vecina no es la Yerbabuena, el que vive en la casa de enfrente no es Manolo Sanlúcar y no te tomaste tu primera cerveza con Vicente Amigo”.
Sin embargo lo más curioso, yo diría tal vez lo más alucinante, es que pasa el tiempo y por cualquier vía (siempre, siempre las hay) uno se entera de las críticas que le hacen aquellos ex-alumnos que precisamente son los que se retiraron temprano, los que se fueron porque se dieron cuenta –sin reconocerlo jamás, por supuesto- que esto era bastante más difícil de lo que habían creído, es decir se fueron porque no les dieron los dedos, digámoslo claramente, y sin embargo en su frustración se dan tiempo para hacer críticas a cosas para las que no tienen elementos de juicio y hasta usan palabras y expresiones ajenas para aparentar conocimientos que no tienen y decir que uno “no enseña todo lo que sabe”. Yo, por mi parte -y supongo que todo aquél que da clases- enseño todo lo que sé a quien, primero, QUIERE aprenderlo. Segundo, a quien PUEDA aprenderlo y tercero, a quien haya llegado a un punto en que pueda COMPRENDERLO, porque vamos a ver : si un señor apenas pudo con la farruca, no veo cómo le vamos a enseñar la seguiriya o cómo le vamos a transmitir algo de aquello que nos ha costado décadas de estudio aprender y por favor, no es que sea tan difícil entenderlo, me parece, pero el camino de echarle la culpa al profesor siempre es el más cómodo, el mejor pavimentado, el más recorrido y el más cínico: jamás es “yo no pude”, sino “él no quiso”. Jamás se reconocen las limitaciones, mucho menos la falta de empeño, mucho menos la falta de aptitudes, y muchísimo menos aún la soberbia que implica suponer que se podía lograr todo, pero no fue posible parece que única y exclusivamente debido a que “(él) no me enseñó todo lo que sabe”.
Enseñar es sencillo y es sumamente agradable cuando se está trabajando con personas sencillas, sanas de mente, con ganas de crecer, personas que asumen lo que tienen, pero también lo que les falta, personas que preguntan y siempre van un poquito más allá de lo que hay en la clase, personas que en su casa estudian, escuchan, leen, navegan en Internet y se relacionan con el flamenco de la manera más estrecha posible, no se pierden espectáculo, se consiguen los discos y hasta cambian de cuando en cuando las cuerdas de su guitarra. Pero es muy difícil cuando se está frente a súper seres que de antemano se sienten capacitados, casi elegidos para destacar en algo para lo que ni siquiera saben si sirven.
Muchachos, jóvenes aficionados, Paco es Paco, dejémoslo en paz porque igual tampoco se entera si lo importunamos. Pónganse a estudiar, crean en sus profesores, busquen alternativas porque ustedes ni son ni van a ser Paco ni Vicente, búsquense a sí mismos dentro del lenguaje musical flamenco, pregúntense tres veces por semana, una después de cada comida, por qué están en esto y qué quieren lograr, es decir, pongan la mitad que se les pide del proceso. Los que enseñen con seriedad y conocimiento, pondrán la otra mitad.
Carlos Ledermann

19 marzo 2006

"Almoraima", algo más que otro disco de Paco de Lucía


Este trabajo, publicado en 1976, ha sido objeto de comentarios y estudios a través de muchos años. Sin embargo considero que todavía no se le ha otorgado la relevancia que, a mi entender, realmente tiene debido a detalles que lo transforman en un capítulo absolutamente único, rompedor, innovador y decisivo.
En su libro “Memoria del Flamenco” (Ed. Espasa Calpe, 1979) Félix Grande señala a este disco como el fin de una etapa en la carrera de Paco de Lucía y el comienzo de otra, y por cierto no le falta razón al gran flamencólogo de Tomelloso, pero yo creo que es el fin de una etapa y el comienzo de otra en la música flamenca toda, ya no solo en la guitarra de Paco de Lucía: son varios pequeños detalles los que marcan tales límites, detalles que con el tiempo dejaron de ser joyitas, elementos solo de Paco, para transformarse en LA manera de hacer las cosas de prácticamente todos los guitarristas flamencos. Después de “Almoraima” y siendo Paco de Lucía el ídolo que ya era por entonces, cuando los jóvenes se peinaban como él, fumaban lo que él fumaba y se vestían según él se vestía, era muy improbable que la guitarra flamenca siguiera diciendo las mismas cosas y del mismo modo que hasta antes de ese disco. Incluso el álbum anteriormente grabado, que es el famoso concierto del Teatro Real, en Febrero de 1975, todavía muestra a Paco con un discurso musical que quedó abruptamente interrumpido por “Almoraima”, aún cuando todavía tres ó cuatro años más tarde él siguiera basando su programa y formato de concierto en aquél del Teatro Real. Salvo breves apuntes de estos temas, lo que trajo a Chile la primera vez que vino (1977) acompañado solo por su hermano Ramón, era básicamente eso.

El disco empieza precisamente con el tema que le da título. Antes de ser grabado este tema, nadie parece haber iniciado un toque por bulerías con un pasaje de alzapúa, más aún como en este caso, que parece haber sido extraído de una vieja melodía popular. El bajo eléctrico, que Paco había incluido por primera vez en “Entre Dos Aguas”, reaparece acá aunque con cierta timidez y también unas congas. Pero hay un elemento que Paco introduce en este tema, que ha sido muy poco utilizado en la guitarra flamenca de concierto, que no me atrevo a asegurar que haya sido el primero en hacerlo, y es poner en el final la reexposición de la idea inicial. Al introducir esta variable, el tema adquiere una redondez total que acaba con el concepto de falsetas sueltas simplemente reunidas para armar un tema. Y hay otro detalle que aparece aquí y que vale la pena destacar: el remate, hasta entonces hecho siempre con tres tresillos, lo hace Paco a partir de la última semi-corchea del tiempo 7 y dos tresillos, en lugar de tres, con lo que queda más corto y más conclusivo. Este detalle tampoco se puede encontrar en grabaciones anteriores, ni siquiera en las del propio Paco.
La rondeña “Cueva del Gato” también supone innovaciones, desde el momento que cuenta también con el sonido del bajo eléctrico y más tarde nuevamente las congas, “atrevimientos” que, obviamente, le valieron la crítica y los peros de los custodios de la tradición, pero también el aplauso de la gente joven, siempre un paso más allá en todo. Algunos de los picados que Paco hace en esta rondeña cuando ya ha adquirido ritmo ternario fijo, los sigue utilizando hasta hoy mismo, insertos en la versión en vivo de “Mi Niño Curro”.
El bajo eléctrico sigue presente en las sevillanas “El Cobre”, donde Paco de Lucía se atreve a romper la tradición de tocar el mismo tercio tres veces exactamente de la misma manera. Desde entonces hasta hoy las sevillanas han seguido evolucionando hasta encontrarse en la actualidad tres tercios diferentes en la misma copla.
En las cantiñas “A la Perla de Cádiz”, Paco se reinventa cuando introduce por primera vez la voz en sus discos como solista, con un alegre y pegajoso coro, dando pié a un nuevo concepto hasta entonces impensable e impensable hasta hoy para los sacerdotes del flamenco: la voz acompañando a la guitarra, exactamente al revés de lo que había sido históricamente. Incluso otra cosa hace Paco aquí, que en los toques de solista no solía ni suele verse hoy: el silencio. Y al final, también el coro reexpone tras unos picados marca de la casa, cerrando la temática de manera correcta, pero no el tema en sí, que se pierde en el característico fade out, elemento que también fue de los primeros en utilizar.
Los jaleos “Olé”, no los comentaré porque creo que es la única pieza de verdad muy poco interesante que hay en este disco.
La soleá “Plaza Alta”, monumental y de una belleza y vitalidad melódica asombrosa, también se apura en determinado momento y otra vez irrumpe el bajo eléctrico, pero con un glisando descendente, a la usanza del rock de la época, con lo que se logra una nota de actualidad y un peso sumamente atractivos. Alzapúas, rasgueados y picados para regalar, cierran la fiesta en que termina esta enorme soleá.
De la rumba “Río Ancho” es muy poco lo nuevo que se pueda decir: tal vez no alcanzó la popularidad de “Entre Dos Aguas” siendo de factura muy superior a aquella, pero dio origen a versiones de Paco con guitarristas de otras corrientes hasta transformarla en un tema muy famoso. La calidez del sonido del bajo y de las congas, en contraposición a la estridencia del bongó que Paco había utilizado en “Entre Dos Aguas”, dan forma a una cama rítmica sobre la que el maestro se mueve de manera magistral. Cuánto se ha improvisado en todo el mundo sobre este tema, no lo sabemos pero sin duda alguna es la base para muchos juegos guitarrísticos.
La minera “Llanos del Real” constituye una forma muy reflexiva de despedir este disco, una etapa de su autor y una etapa de la guitarra flamenca. El cambio de idea y el nuevo tema que Paco introduce casi exactamente en la mitad, ha sido utilizado por él en muchas piezas, incluso para dar otro golpe a la tradición: durante mucho tiempo, Paco empezó sus conciertos precisamente con ese toque, desarrollando a continuación la minera de diversas maneras y entrando luego, sorpresivamente, por alegrías. ¿Quien no ha hecho algo como eso y no lo sigue haciendo hoy mismo, a partir de esta revolucionaria ocurrencia suya?
Hay quienes consideran que “Siroco” es EL disco de Paco de Lucía. Otros opinan que ese es “Luzía” y algunos consideran que el que verdaderamente cambió la historia de la guitarra flamenca fue “Solo Quiero Caminar”. Es posible que todos tengan razón, pero desde mi perspectiva, la diferencia que hay entre las ideas y el sonido de “Almoraima” y todo lo anterior de Paco y de todos los guitarristas flamencos que habían grabado hasta entonces, es tan absoluta y evidente, que abre la puerta a todo lo que vendría más tarde. No sé si sin “Almoraima” los discos que le siguieron habrían sido posibles o si habrían sido tan trascendentales, porque parece ser que a partir de todas las pequeñas grandes innovaciones que hay en “Almoraima”, Paco se lanzó a buscar sonoridades, armonías, nuevos instrumentos acompañantes, hasta descubrir el cajón, el bajo de Benavent y la flauta de Pardo, hasta llegar a un punto en que a simple vista no parece posible que el señor que grabó “La Fabulosa Guitarra” sea el mismo que ha hecho “Cositas Buenas”. Y seguramente en esa aparente incongruencia sonora es donde radica el genio.
Les recomiendo escuchar “Almoraima” detenidamente, en silencio respetuoso y no mientras manejan o mientras conversan con amigos: no es un disco para acompañar nada, por favor, hay tanta música que solo sirve para eso. Escúchenlo poniendo atención a los detalles, que hay muchísimos, y disfrútenlo porque no es un disco más en la historia de Paco de Lucía, sino un disco fundamental en la historia de la guitarra flamenca, por lo que rompe y por lo que construye.

Carlos Ledermann

05 marzo 2006

¿Masificar el flamenco...?


Posiblemente debido a esa pseudo conciencia que nos ha creado la TV y los diversos medios de comunicación, más el concepto de mercado que supone la palabra vender, es que muchas veces me han preguntado “qué se podrá hacer para masificar el flamenco”.
Yo, y este es un punto de vista muy personal, me siento muy contento de que el flamenco no sea una cuestión masiva, porque como he dicho incluso públicamente, creo que en materia de arte todo aquello que se transforma en masivo deja de ser arte y pasa a ser simplemente un producto más. Cuando eso sucede, lo que era un arte se desperfila completamente, pierde su trascendencia, su valor, su significado, y se disuelve su contenido. Si en la propia España el flamenco no es un arte masivo, no veo cómo ni porqué habría de masificarse fuera de su país de origen. Una cosa es que el flamenco guste en todo el mundo y se cultive en una cantidad asombrosa de países y otra muy diferente es que se pretenda transformarlo en un elemento de uso común, cosa que tampoco es ni en la propia Andalucía, donde claro, todos saben qué es el flamenco pero no todos saben cantar, bailar o tocar flamenco.
Es verdad que en las últimas tres décadas se ha grabado bajo el rótulo de flamenco una cantidad considerable de música que en realidad no lo es y no es menos cierto que algunas han tenido un éxito notable, más que nada porque se trata de músicas agradables, rítmicas, fáciles e incluso bailables como es el caso de los mundialmente famosos Gipsy Kings, grupo de gitanos franceses que han basado en la rumba su clave de éxito. Mucha gente cree que eso es flamenco y cuando se le hace escuchar una soleá de Fosforito se aburre, no entiende nada y lo deja porque “el flamenco es otra cosa”.
Y claro, la música de los Gipsy Kings es masiva y de eso no hay duda, como puede serlo lo de “Azúcar Moreno”. No se necesita saber nada para entenderla y para disfrutarla, porque además en su contexto lo de ellos es muy bueno, pero solo en su contexto y hasta ahí, porque eso que ellos hacen no define al flamenco. Por supuesto tocando rumbas es sencillo pensar en la masificación: la rumba va en 4/4, es de estructura sumamente simple y de ritmo pegajoso. No porque sí dos de los más grandes guitarristas que el flamenco ha tenido en su historia, como Paco de Lucía y Manolo Sanlúcar, se hicieron famosos gracias a rumbas memorables como “Entre Dos Aguas” y “Caballo Negro” respectivamente, que sonaron y siguen sonando hoy en día en las radios, más de treinta años después de su aparición. Solo cuando esas rumbas entraron en las casas y los nombres de sus autores se hicieron conocidos, hubo personas que se interesaron en escuchar el resto del disco en que estaban grabadas y entonces descubrieron que había algo más, mucho más y que eso que había ahí era, ni más ni menos, flamenco. Y de esas personas, un buen número empezó a sentir que esa música que compartía el disco con la rumba era buena, buenísima y decía algo mucho más serio que la rumba. Pero aquí hay que entender de nuevo ese resultado como una cuestión parcelada : las rumbas aquellas siguen sonando en las radios, pero las soleares, las bulerías, las tarantas, las rondeñas que también estaban en el mismo envase, no. Esto significa, claramente, que lo que está en 4/4 es comprensible y por lo mismo se puede masificar, pero con lo demás no va a suceder lo mismo, nunca va ser masiva una seguiriya o unas alegrías a las que el público común, la masa, no le puede seguir el compás con el pié.
Por otra parte y debido a algo parecido a una moda que no ha perdido vigencia en los últimos años, hoy existen en todo el mundo miles y miles de academias de baile, donde se puede aprender –entre otras cosas- a bailar las rumbas de los Gipsy Kings como corresponde y a bailar unas sevillanas, que también gustan mucho al público común. Pareciera que el hecho de asistir a clases de baile flamenco otorga una especie de clave oculta que permite acceder a un mundo misterioso, a veces casi hermético, donde la sensualidad es el alma mater y de hecho hay muchas personas que tienen con el flamenco una relación sumamente cosmética y de esa manera lo viven y lo cultivan, pero eso no significa que de pronto el flamenco pasó a ser de gusto popular, porque incluso quienes lo desarrollan de esa manera son personas que cuando salen de su escuela no se van a su casa oyendo flamenco y no lo vuelven a escuchar hasta la próxima clase y por lo general tampoco saben nada de su historia, sus características y su estética.
Si alguien quiere alcanzar el reconocimiento popular, tendrá que dedicarse a la rumba y que le vaya bien, pero por favor no vaya diciendo que lo que hace es flamenco, no vaya generando más equivocaciones ni engañando a la gente. Pero si se trata de hacer flamenco, según lo que cada cual considere mejor a partir de un conocimiento real, no espere ser ídolo de masas porque las masas no entienden el flamenco y por lo mismo muchas veces lo caricaturizan y se ríen de él.
No hay que moverse a engaño: el hecho de que a una actuación de una figura famosa del flamenco asistan hasta 10.000 personas, como ocurrió en el concierto de Paco de Lucía en las Plaza de Toros de “Las Ventas” de Madrid, el año pasado, o que en cualquier país un teatro se llene de público varios días seguidos para ver un espectáculo de flamenco, no significa en absoluto que el flamenco esté en proceso de masificación, porque vamos a ver cuántas de esos miles de personas tienen verdadera afición y cuántas fueron por curiosidad o acompañando a su pareja.
Por mi parte y en este aspecto específico, espero que el flamenco se quede donde está y lo dejen en paz los que creen que aquello que no sale en la tele simplemente no existe.

Carlos Ledermann


02 marzo 2006

Trabajos publicados en páginas españolas de flamenco





Agradeciendo a todas las personas que han manifestado interés por conocer las publicaciones de trabajos míos en sitios web españoles de flamenco, a continuación les entrego el listado y las direcciones y secciones en que éstos pueden encontrarse.

En www.jondoweb.com, de Almería, actualmente en página principal, se encuentran las reseñas de los discos "Torrente" y "Abantos", de Oscar Herrero.
En la sección Discos, están las reseñas de los siguientes CDs de guitarra flamenca:

"Pa' er Teto", de Antonio Soto
"Un Momento en el Sonido", de Vicente Amigo.
"Retazos de mi Vida Flamenca", de José Antonio Conde
"Mi Camino", de Paco Serrano
"Virtusismo Flamenco", de Víctor Monge "Serranito"
"Mundo y Formas de la Guitarra Flamenca" Vols. I, II y III, de Manolo Sanlúcar

En la sección Investigación del mismo sitio, está el artículo "Tacones en Latinoamérica". Todos estos trabajos han sido hechos especialmente para jondoweb.com


En página www.deflamenco.com, de Madrid, en la sección Delicatessen, está también la reseña del disco "Un Momento en el Sonido" de Vicente Amigo y en la sección Especiales, está el ensayo titulado "Tercero de tres...? La justicia entre las cuerdas", escrito especialmente para deflamenco.com