10 abril 2006

Ir un poco más allá...


He tenido la suerte infinita de conocer a varias de las figuras cumbres del flamenco contemporáneo, tanto en la guitarra, que es mi campo, como en el del baile y el cante. En la inmensa mayoría de los casos lo que he visto es una gran sencillez y cordialidad, muy rara vez una actitud distante, y aún más rara vez indolencia o abiertamente pesadez. Pero también he percibido algo que no se debe pasar por alto: cantaores, bailaores y guitarristas destacados, son personas que no viven solo por y para el flamenco, no hablan solo de flamenco y exhiben un nivel cultural muy interesante, probablemente producto de sus largos viajes por el mundo y las diversas experiencias que ello implica. Muchos de ellos son gente que lee bastante y no solo de flamenco, otros gustan mucho del cine, otros oyen diversos tipos de música y no solo flamenco y otros suelen ver ballet, danza contemporánea y espectáculos afines, de los cuales muchas veces toman ideas que no hacen otra cosa que enriquecer sus propuestas y sus espectáculos.
Creo que esto es importante y amerita un breve análisis. Por una parte, siempre sugiero a mis alumnos que, ya que no nacieron en Andalucía y por lo tanto el flamenco no está en el aire de su entorno inmediato, escuchen, vean, lean, coman, beban y duerman flamenco porque esa es la única manera de entrar a este hermético mundo por el espacio que deja la puerta, habitualmente solo entreabierta, del flamenco fuera de España. Pero por otra parte, no es menos cierto que si se aspira a alcanzar un nivel interesante dentro de esta actividad es necesario no taparse ni los ojos ni los oídos con una venda negra con lunares blancos, porque eso significaría cerrar las ventanas a otras expresiones artísticas que tanto pueden aportar al flamenco, aunque a los sacerdotes de la tradición esto que acabo de decir les parezca un mensaje del infierno, pues ellos viven para postular permanentemente aquello de la “pureza” y rasgan vestiduras ante cualquier idea de fusionar elementos, olvidándose de manera algo miope, pero también fanática, de que el flamenco en sí mismo no es un producto químicamente puro, sino fruto de la fusión de por lo menos cinco elementos básicos.
Pero volvamos al tema. Me he dado cuenta de que los que son guitarristas, saben que el mayor ídolo de la juventud flamenca de todo el mundo es hoy Vicente Amigo, pueden recitar de memoria y en perfecto orden su discografía y varios se saben, también de memoria, la dirección de su página web e incluso algunas declaraciones suyas en diversas entrevistas, pero cuando les he preguntado si saben porqué el penúltimo disco de Vicente se llamó “Ciudad de las Ideas”, quedan en blanco o, como dicen en la jerga televisiva, “se van a negro”. A otros les he preguntado qué es “Almoraima” y tampoco tienen la menor idea, lo mismo que a qué termino parafrasea el título de “Tauromagia” y nada, no hay respuesta. Y resulta que la respuesta a esas y tantísimas otras preguntas sencillas, está guardada cuidadosamente en un envase que se llama cultura general, es decir, una inquietud fundamental de ir un poco más allá, de saber un poquito más que solo de flamenco, las ganas de informarse, las ganas de entender y aprender.
Considero que en eso también hay que imitar a las grandes figuras del flamenco y no solo en su manera de zapatear o de hacer un picado veloz. Para los que tocan la guitarra, me parece importantísimo escuchar todo tipo de música, desde rock ultra pesado o como quieran llamarle, hasta Bach; desde música del s. XII hasta Pat Metheny y desde Piazzolla hasta canto gregoriano y escucharlo todo con el mismo interés y hasta con la misma apasionada dedicación con que se escucha a Paco de Lucía, para ampliar los horizontes del conocimiento, para relacionar adecuadamente un tipo de música con otro, para entender los procesos históricos y para asumir que en el mundo hay tantos sonidos maravillosos más allá de las fronteras del flamenco, porque cuando se ha hecho esto, se puede contextualizar mejor lo que se ha hecho históricamente y lo que uno mismo está haciendo ahora, a comienzos del s. XXI.
Ojalá nuestros flamencos jóvenes no se pierdan ninguna exposición de cuadros, lean todo aquello que capte el interés personal, sepan encontrar la belleza infinita que puede haber en una escultura, vean ópera y ballet, vean buen cine y teatro y hasta aprendan a disfrutar de la buena cocina, que vaya si es arte también. No se queden solo en la bulería y la soleá, porque siendo maravillosos estilos flamencos, no lo son todo en el mundo del arte y si quieren llegar a ser artistas van a necesitar algo más que saber contar 12 tiempos y van a necesitar ser capaces de hablar de algo más que de flamenco, porque cuidado, muchas veces se van a ver rodeados de personas que los van a admirar como artistas, pero asegúrense de dejar también una buena impresión como personas. No reúnan datos, no memoricen situaciones, no piensen con el pulgar ni se aprendan listados de memoria: sepan entender el arte como universo global, sepan situar al flamenco dentro de ese universo y a ustedes mismos dentro del universo del flamenco, pero con la objetividad que una adecuada y ojalá sólida cultura artístico-humanista puede proporcionar.
Si les sirve saberlo, aquellos a los que ustedes tanto admiran no han llegado a donde están solo por tener dedos ágiles o pies rápidos y de lo que acabo de decir, amigos, pueden creerme, doy plena garantía ya que como dije al principio, he tenido una suerte descarada y –se los cuento sin afán de presumir sino para explicarles todo lo dicho- he conocido a muchos de los GRANDES y si en mi web hay una galería fotográfica interesante, no ha sido solo producto del afán fetichista de tener la “foto con” y ponerla en mi página, como por ahí ha escrito algún imbécil, sino que he estado con ellos debido a algo más que eso y los he escuchado hablar y puedo asegurarles que, además del flamenco, tienen tema de sobra y de todo han aprendido y con todo lo aprendido han enriquecido y fortalecido su arte. Por eso están donde están y ahí, donde ellos están, no se llega con pasaje liberado.
Tal vez lo que mejor grafica lo que he querido decirles, es un pensamiento anónimo que considero bellísimo y estimulante : “a la cima no se llega superando a los demás, sino superándose a sí mismo”.
Carlos Ledermann