23 noviembre 2007

Brindis por Miguel Ochando


A través de tantos años de leer, escuchar y ver entrevistas a guitarristas de flamenco, en cualquier medio de comunicación, he notado que los entrevistadores empiezan a perder la compostura cuando pasa el rato y no se ha hablado nada del cante. Me estoy refiriendo a aquellos que saben de flamenco, por supuesto, no a aquellos otros que lo mismo entrevistan a un flamenco que a un futbolista o a un político o a la chica de moda y lo hacen con una pauta preparada por terceros.

Siempre he visto que hay mucha gente que está completamente convencida de que si no hay cante, lo que haya no merece llamarse flamenco. Ustedes ya saben que son tantos los que le han puesto peros al “Grande” y a todos los “grandecitos” por cometer el delito de tocar la guitarra en solitario y sin un cantaor al que acompañar. Quienes piensan de ese modo, parecen no comprender que el flamenco es, antes que cualquier otra cosa, música y que la guitarra es un instrumento musical y que no hay ningún artículo de ninguna constitución que impida tocar música flamenca en la guitarra sin tener la obligación de hacerlo solo para acompañar a alguien a cantar.
Decía, entonces, que casi sin excepción en toda entrevista a un guitarrista flamenco, más temprano que tarde va a surgir la misma pregunta: “¿Cree usted que es importante tocar para cantar?” y el entrevistado, conocedor de su medio, va a contestar que sí, claro, que es imprescindible, porque sabe que si responde otra cosa va a caer en desgracia con demasiada gente. Da incuso la sensación de que hay un factor algo coercitivo en la pregunta y que el entrevistador solo quiere que el guitarrista le responda eso y no se queda tranquilo hasta que lo consigue.
Hace poco, leyendo en www.flamenco-world.com una entrevista al gran guitarrista granadino Miguel Ochando, me encuentro por fin, con que alguien se ha atrevido a decir lo que el entrevistador no esperaba. A la pregunta en cuestión, Ochando responde: “Yo creo que no hace falta. Es una cosa que ayuda, pero no es imprescindible.”

A mi esta respuesta de Miguel Ochando, al que tuve el placer de conocer en Argentina hace pocos años, me parece sumamente interesante porque la está dando un guitarrista, o sea, un instrumentista que toca –y muy bien- música flamenca. Y cuando decimos tocar música flamenca, estamos diciendo y estamos asumiendo que si un señor toca en compás de 12 tiempos y en modo dorio, es decir la cadencia andaluza, una cosa que llamamos soleá, ésta no deja de ser soleá solo porque no hay cante. Repito la idea: el flamenco es, antes que cualquier otra cosa, música y como tal me parece que hay que tratarlo. No conozco una sola disciplina, expresión, manifestación, rito, corriente o costumbre musical en la que acompañar a cantar sea un requisito tan obsesivamente exigido como en el flamenco. Y sí conozco muchas, tan vernáculas como el flamenco, en que el mismo que canta se acompaña con la guitarra –o con lo que sea- por lo que no necesita a otra persona para que lo haga.

Quiero dejar muy claramente establecido que yo no soy enemigo del cante, por favor echar esa idea fuera en este mismo momento. Pero soy ya no amigo sino amante de la guitarra y sobre todo de la música flamenca. Entonces me parece tan tópico –por una parte- eso de no ser capaz de evitar la pregunta sobre el acompañamiento como lamentable –por otra- creer que no es posible hacer música flamenca (o sea música basada y construida sobre las raíces del flamenco) si no hay cante e invalidar cualquier cosa en tal sentido. Yo también sé que el maestro Sabicas decía que para tocar solo, primero había pasar 20 años acompañando el cante y 20 años acompañando el baile, pero eso significaría que todos los guitarristas menores de 40 años que han dado conciertos y grabado excelentes discos con maravillosa música flamenca, están todos perdidos y sus trabajos no valen nada, incluidos los que él mismo hizo antes de cumplir 40 años y cualquiera que sepa un poco sobre guitarra flamenca entiende que todo lo hecho por Sabicas es un documento magistral.
No creo que sea bueno cometer el error de creer que todo aquél que ha acompañado mucho (no sé si 40 años, insisto) va a tocar y componer mejor música que el que no lo ha hecho. Claramente eso no es así y lo digo esto porque al escuchar discos de grandes acompañantes que asumen el papel de solistas, salvo pocas y muy honrosas excepciones, lo que se advierte es que el experto acompañante, ahora en traje de solista, expone ideas muy cortas y sin ningún concepto de desarrollo, porque en su trabajo no ha necesitado ni ha podido hacerlo ya que está al servicio de otra entidad, en su caso el cante. Igualmente fácil es advertir cuando a un cantaor lo está acompañando uno que se ha dedicado fundamentalmente a tocar solo, porque entre copla y copla, le mete un concierto entero y ese también es un grave error.

Entonces, creo que como dice Miguel Ochando, acompañar es una cosa que ayuda, pero no es imprescindible para quien no ha optado por transitar exclusivamente ese camino. Y tomará todavía mucho tiempo que esto se entienda, porque si ustedes se fijan, todavía se sigue haciendo la tópica pregunta, no sé si por una visceral necesidad de arrastrar al guitarrista al terreno del cante porque es el único que conoce el entrevistador, no sé si la sigue haciendo por falta de imaginación o porque se ignora cuánto más –y por cierto muy interesante- se le puede preguntar a un instrumentista, partiendo de la base de que eso no le va a interesar a un cantaor y seguramente tampoco a un bailaor. Pero para eso hay que entender que el cante no es todo, como no es todo el baile y como no es todo la guitarra.

Tal vez esa pregunta ya no parezca tan imprescindible cuando en el flamenco contemos con ese libro, ese trabajo, esa cátedra de musicología del flamenco que todavía no se ha hecho y hayamos entendido que el flamenco es una expresión musical y por lo tanto la música –y el cante es música- es lo más importante, no qué ropa se puso tal personaje para cantar, tocar o bailar en tal ocasión o qué vino le gustaba al de más allá. Cuando para conocer el flamenco y estudiarlo dispongamos de ese trabajo que al no iniciado le pueda explicar, sin necesidad de recurrir al cante y a la métrica de las coplas como fundamento exclusivo de la explicación, qué y cómo es un taranto en su aspecto formal, rítmico, armónico y estético, qué y cómo es un tiento, qué y cómo es una soleá, el flamenco va a dar un paso importante porque muchas veces a los estilos lo que los define no es el cante ni su letra y la prueba es que los aficionados hemos escuchado muchas veces la misma letra cantada por diferentes estilos: lo que suele definir a muchos estilos en lo fundamentalmente básico, es el aspecto netamente musical, es decir, ritmo, armonía, estructura. Y para reafirmar esta idea, cito aquí una pregunta clave que suele hacer Manolo Sanlúcar : “a ver quién es el guapito que toca por taranta en una tonalidad que no sea Fa sostenido...”

Terminaré diciendo que ha habido en este mundo músicos tan brillantes como Astor Piazzolla que se han justificado sobradamente con la música maravillosa que han hecho y no tuvieron que dedicar su vida a acompañar a cantar. El tango ganó en el mundo millones de nuevos adeptos gracias a Piazzolla y Piazzolla lo que hacía no era cantar sino tocar su bandoneón “AA” y nadie le preguntaba a Piazzolla si sabía acompañar a cantar para juzgar la validez de su música. Y sí, señores, lo sé, en el tango también hay gente que sale con eso de que esto hay que traerlo en la sangre, que es diferente, que solo unos pocos, que la geografía, que el arrabal, que el barrio, que la familia, pero lo cierto es que un bandoneón solitario, Piazzolla o Garello, es tan tango como una guitarra puede ser flamenco, la del “Grande” o la de Miguel Ochando.
Vale, me acabo de ganar nuevos enemigos por decir esto, cómo se me ocurre, si aquí abundan los fabricantes de tableros de ajedrez que son expertos conocedores, pero del marfil y la madera con que hacen los tableros, no del ajedrez, que en muchos casos ni siquiera juegan...


Carlos Ledermann


Prohibido el uso y /o reproducción total o parcial de textos e imágenes de este blog sin autorización del titular.