21 enero 2008

Los cursos de verano

Es verano en el hemisferio sur. La actividad cotidiana se desarrolla a media máquina en todas partes, cuando no se detiene por completo, pues es período de vacaciones.
Desde los más diversos rincones de esta zona del mundo nos llegan flyers anunciando cursos y cursillos dictados por los maestros locales y algunos dictados por visitantes ilustres que vienen desde España (lo que implica suscribir, una vez más, la teoría de que “todo lo que viene de España es bueno…porque viene de España”).

La totalidad de los anuncios que al menos a mí me han llegado desde mediados de Diciembre y lo que va de Enero, provienen de escuelas de baile. Cursos de niveles básico, intermedio, superior, principiantes, avanzados, infantiles, iniciación, en fin para todos los gustos, para todas las necesidades y para todas las expectativas. Curso de soleá por bulerías, curso de bulerías, curso de alegrías, cursillo de tangos, cursillo de palmas y compás, y lo más sorprendente, cursos de cante.
Yo entiendo que todos necesitamos trabajar y pasar el verano, que es una etapa complicada porque nos quedamos con muy pocos alumnos, cuando no nos quedamos absolutamente en cero, y los locales hay que seguir pagándolos, las cuentas también, en fin, que las distribuidoras de electricidad, agua, gas y teléfono no nos hacen descuentos “por arte” y los arrendadores de los espacios en que funcionamos, tampoco. Por lo tanto, entiendo que se ofrezcan alternativas tentadoras que, por lo que veo, no plantean requisitos de ningún tipo, de manera que aquella que por su nivel todavía no ha visto una sola patada de bulerías en su escuela, puede tomar uno de estos cursos en otra y sale de allí con la patadita montada y más flamenca que nunca. E incluso, si le parece, se cambia de escuela y se viene a esta otra donde los criterios “son más libres”. Y eso sucede, por favor, no me traten de decir que no.
Lo que me llama la atención es ver que cada año las ofertas son más numerosas y atractivas, pero ni durante el año ni en el verano veo que alguien ofrezca un cursillo de teoría del flamenco para potenciar al alumnado. Pareciera que si a los o las profesoras no les interesa mucho saber de la historia del flamenco, tampoco debe interesarle a las alumnas. Dónde, cuándo y como nace esto que llamamos flamenco, quienes han sido los principales exponentes ya no solo del baile sino también del cante y del toque, quién fue el primero o la primera que bailó por tal o cual estilo, cómo ha evolucionado eso, cómo se hacía el flamenco hace 80, 60, 40 años, cómo se puede clasificar a los estilos, qué parentesco tienen entre sí los que lo tienen, cuáles han sido las derivaciones, cuáles son las tendencias que hoy existen y que no existían hace unos cuantos años, porqué el flamenco es hoy lo que es y no otra cosa.
No hablo de un nivel de erudición, de eso nada. Hablo de un conocimiento mínimo que permita entender qué se está haciendo y que es importante aprender una escobilla de alegrías, pero es igualmente importante saber de dónde sale aquello. ¿Cómo puede dictar un cursillo de soleá por bulería alguien que no sabe dar una respuesta cuando le preguntan en qué consiste ese estilo híbrido? ¿cómo puede enseñar un baile por taranto una persona que no sabe qué diferencia hay entre taranto y taranta y que no entiende porqué se les denomina estilos –o cantes- “mineros”? ¿cómo enseña a bailar por seguiriya alguien que no sabe quién fue el primero que bailó por seguiriya, cuál es su origen geográfico o de dónde sale en realidad su compás? Estoy diciendo esto porque me consta: he trabajado con un par de escuelas de baile en mi país, tal vez las dos excepciones en cuanto a preocuparse porque sus alumnas sepan un poco de flamenco y no solo de dar patadas y bracear para la función de fin de año y me he dado cuenta de que en las otras de pronto ni las profesoras tenían verdaderamente claro lo que estaban enseñando desde hacía tiempo.
Es verdad que a una inmensa mayoría de las personas que acuden a escuelas de baile –y también de guitarra- no les interesa saber mucho de esto. Es más atractivo hacerlo, simplemente, y presumir de ser una o un flamenco cabal. Es más importante no perderse espectáculo que llegue desde España y opinar luego, con impetuosa autoridad, de lo bueno o lo malo que era lo que se vio, que haberse dado el tiempo de estudiar algo más que lo que le dieron a uno en esas dos ó tres clases a la semana. He escuchado muchos argumentos en este sentido y al tirar la raya para la suma, el promedio nos advierte que se está yendo a clases más por deporte que por arte. Claro, porque en general a los deportistas tampoco les importa mucho quién inventó eso que juegan, cuáles han sido las tácticas más usadas históricamente, cuáles son las mejores en la actualidad, qué hicieron bien los ganadores y qué hicieron mal los perdedores y todo eso que les empieza a interesar cuando se convierten en entrenadores, pero fíjate amigo lector, que al menos les empieza a interesar alguna vez, mientras que a muchos de los que enseñan flamenco por este lado del charco, todo eso no les llega a interesar nunca…

Y la pregunta del millón viene ahora, es la misma que se hace la inmensa mayoría de las alumnas de las escuelas de baile “¿y para qué necesito yo saber quién fue el primero que cantó por seguiriya, so lo que yo hago es bailar?”
El problema es que esa personita no se da cuenta de que lo que está bailando alguien lo canta y alguien lo toca, porque si no, no hay baile. Y si no le interesa entender bien lo que baila ¿cómo lo enseña, luego?
Y el estudiante de guitarra flamenca se pregunta “¿y para qué quiero yo saber quién fue el primero que bailó por tientos, si lo mío es tocar?” Bueno, porque mañana acompañarás clases en una escuela de baile y luego en un elenco, posiblemente debas acompañar por tientos y si quieres hacerte el innovador y modificar la célula rítmica del tiento para ser original (total, si lo ha hecho Paco…) y también la tonalidad, lo mínimo que espero de ti es que sepas correctamente la célula original y la tonalidad original y saber quién lo bailó el primero, no te va a hacer daño, al contrario, al saber eso sabrás más o menos desde cuándo se baila por tientos y podrás, si quieres, investigar un poquito cómo ha evolucionado el tiento –y si ha evolucionado- desde entonces hasta tus días.

Porque si la historia no nos interesa ¿para qué carajo en las facultades de música, en los conservatorios y entidades afines ponen en la malla curricular la asignatura de historia de la música? ¿no sabes para qué? Pues esa asignatura está allí y es de suma importancia para que cuando mañana un tipo toque Bach, no lo haga como si estuviera tocando Chopin y cuando toque Debussy no le suene a Beethoven, ni Ravel suene a Vivaldi ni Vivaldi a Ginastera, así de sencillo y así de complejo. Y los grandes músicos, saben eso perfectamente y de corrido. Y en el flamenco sirve para que cuando tocas por alegrías no te suene a soleá y cuando bailas por seguiriya puedas hacer algo diferente a cuando bailas por farruca, sencillamente porque son cosas muy diferentes de carácter, de estética, de contenido, de mensaje y de todo lo que se te ocurra.
Entonces, cuando veo que el conocimiento mínimo exigible de flamenco no está ni se ofrece, entiendo mejor y más claramente cómo se hace por aquí el flamenco en la inmensa mayoría de las escuelas y las compañías: el o la directora encarga al que canta que saque de tal disco determinada copla y al que toca, que saque el acompañamiento de esa copla cuando no el tema completo. Esto tiene que ver con la abundancia y calidad de material grabado de que disponga quien dirige, claro. Por lo general, quien canta y quien toca, no tienen derecho alguno a modificar absolutamente nada de lo que se les encargó sacar, porque la directora se lo aprendió así, como está en el disco, y a eso le armó una coreografía. Por lo tanto, la única diferencia entre bailar con música en conserva y bailar con músicos “en vivo”, es que los de la conserva no cobran ni comen. Se trae personas –y se les tiene que pagar, como corresponde- para que hagan “en vivo” lo que está en el disco o ahora en YouTube.
El asunto es que al no saber ni una gotita de cante ni una gotita de toque, ni siquiera hay un lenguaje en el que nos podamos entender y cuando la bailaora quiere que el guitarrista haga algo determinado, con suerte le pide “ese tirín-tirín-tirín que haces con la guitarra”, onomatopeya habitualmente acompañada de un gesto con los dedos que al guitarrista tampoco le aclara nada.

Es muy raro que por aquí alguien monte un espectáculo con música especialmente compuesta y no sacada de discos. Es muy raro, entonces, escuchar algo original. Claro, porque si le encarga la música a alguien que tenga la adecuada preparación para hacerla, ese alguien les va a cobrar por el trabajo bastante más que lo que le cobra el que saca las coplas y las falsetas de un disco, y eso, por lo demás, es lógico. Y por otra parte ¿cómo podría encargar la música para un espectáculo flamenco alguien que de flamenco sabe muy poco? ¿qué va a encargar? ¿cómo va a explicar las características de lo que está encargando? ¿qué y cómo le va a pedir al compositor? ¿le va a entregar sencillamente un argumento y que él haga lo que se le antoje? ¿o sin saber de flamenco casi nada cree estar en condiciones de pedirle esto por mirabrás, eso por martinete, aquello por rondeñas y eso por tangos extremeños, pero justificando porqué por ese estilo y no por otro? Pero ¿cómo, si no los conoce? ¿cómo va a establecer correctamente la relación idea-estilo o guión-estilo, si no conoce bien las características y variables de cada estilo?
¿Y el guitarrista…? ¿cómo acepta ese encargo si tampoco sabe lo que necesita saber? Y si lo acepta ¿cómo se pone a modificar las tonalidades si no logró hacer algo bueno en la tonalidad original? ¿cómo va a aceptar ese encargo un señor que cuando mete por tientos una melodía, resulta que esa melodía va claramente por rumba, porque no sabe siquiera frasear por tiento?
Para eso sirve saber de flamenco, tanto de puntas y tacones, como de rasgueos y alzapúas. Sirve antes que para los demás, para uno mismo. Sirve para elaborar una propuesta personal seria y responsable, aunque no tenga porqué gustarle a todos los demás, eso da lo mismo, es normal, pero que sea una propuesta verdadera y no una pomada barata embutida en un envase caro, para sacarlo delante de los demás y presumir de pudiente y exclusivo…
Ojalá el próximo verano venga con alguna oferta de crecimiento en esta materia, porque se puede mejorar la patadita, por favor, se puede partir de vacaciones feliz porque se aprendió “la patada” de bulerías, pero se partió –y se volvió- sin saber todavía ni siquiera porqué podría ser que la bulería se llame así.

Felices vacaciones, pero si me permites un consejo, llévate un buen frasco de bronceador y…un librito sobre flamenco. No vaya a ser que a la vuelta se te ocurra descubrir que ya lo sabes todo y puedes dejar la escuela para abrir la tuya propia o para montar tu compañía. Y tú, amigo guitarrista, llévate el mismo bronceador y el mismo librito, si este año pretendes grabar tu primer disco…

Carlos Ledermann

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