07 febrero 2011

Tocar la música de otros...

Hoy me permito colgar nuevamente este artículo aquí. Ya había sido publicado hace largo tiempo en este mismo blog, pero el tema sigue siendo muy de actualidad y por lo mismo vuelvo sobre él con algunos remiendos y abreviándolo un poco.



Cuando estamos comenzando a estudiar la guitarra flamenca y a adentrarnos en su fascinante mundo, es completamente normal que toquemos música ajena y que tengamos especial interés en llegar lo antes posible a tocar ese o esos temas de este o aquél guitarrista que fueron los que nos motivaron a tomar clases, porque hay que dejar claro que, de cierta edad en adelante, nadie llega al flamenco simplemente “porque sí” y siempre se llegó porque hubo un hecho determinado que gatilló el interés, sea que se escuchó un disco, se vio un vídeo o se asistió a la actuación de alguien.


En la mal llamada “música docta”, si alguien toca en el piano una sonatina de Mozart y dentro del proceso interpretativo le agrega unas cuantas notas o le quita un pasaje o intercala otra cosa, la hoguera lo estará esperando con buena llama y mucha leña para seguir alimentándola hasta que de ese músico no queden más que los dientes. Eso es así hoy y desde hace largo rato, pero no fue así siempre, aunque eso es tema para otra ocasión. El asunto es que eso no se puede hacer, porque si se hace, se estará contraviniendo gravemente un protocolo rígido y severo, que es el que rige la actividad en ese ámbito de la música, en el que una inmensa mayoría se auto descalifica de antemano a la hora de hablar de composición, porque es tanto lo que les hicieron creer que ellos no son nadie para intentarlo, que el solo hecho de tocar el tema en una conversación es algo con aroma a tabú.


Felizmente en el flamenco esa rigidez castrante no existe y de hecho cuando hemos visto a los grandes guitarristas, habremos percibido claramente cómo intercalan trozos de otros temas –siempre de su autoría, claro- cómo entremezclan estilos, cómo reponen y actualizan falsetas que les habíamos escuchado en sus primeros discos, en fin, cómo juegan con los elementos y cómo disfrutan de su propia y alucinante libertad.


Desde luego, no todos los amantes de la guitarra flamenca tienen la obligación de haber nacido dotados para la composición, pero todos los que han llegado tan lejos como para transformarse en nuestros referentes, sí tenían esa veta. Y hay que tenerla para decir algo, porque de lo contrario, es decir, si se va a estudiar para dedicar la vida exclusivamente a publicar la obra de terceros, va a resultar que se estará prescindiendo de un privilegio y a la vez un mandato : privilegio, porque puedes hacer TU música; mandato de la tradición, porque de lo que se trata es de que nos permitas saber qué es lo que tú tienes para decir a través del idioma de la guitarra flamenca, no de que repitas como un lorito lo que han dicho otros y aquí agregaré un punto que considero tanto o más importante aún : si armaste una minera de 5 minutos, ojala estés en condiciones de hablar de la minera como estilo, durante por lo menos los mismos 5 minutos : he visto ya a muchos que tocan cosas, pero no saben absolutamente nada acerca de lo que están tocando, o sea, todo es imitación.


Visto lo anterior y volviendo al mundo de la guitarra flamenca, considero válido que todo joven guitarrista dedique un tiempo a recorrer y explorar la obra de los grandes, pero de verdad siempre preferiré escucharle “Tío Arango” a Vicente, “Mi Niño Curro” a Paco y “Puerta del Príncipe” a Manolo, salvo que, repito: salvo que me encuentre con alguien que tenga el talento y la capacidad de meterle mano a uno de esos temas, se lo apropie, lo revista de nuevos matices, lo vuelva de revés y de derecho, lo pase a pedacitos por el tamiz del propio entendimiento y haga una versión personal sin que el tema deje de ser el que es, como hiciera Miles Davis con la famosa “Yesterday” de Paul Mc Cartney, como hiciera el gran Rafael Riqueni con el garrotín “De la Vera” o mejor aún , como han hecho Paco y Vicente con su propia música, porque yo nunca, JAMÁS, le he escuchado a Paco tocar su “Entre Dos Aguas”, por citar un ejemplo sencillo, como está grabada en el disco “Fuente y Caudal”, siempre ha hecho algo diferente, siempre ha puesto detalles nuevos y el tema nunca dejó de ser el que siempre ha sido en lo que es su núcleo.


Eso, cuando está bien hecho, también tiene su valor.




Carlos Ledermann