27 febrero 2006

Un flamenco enorme: Enrique de Melchor


Hoy quiero destacar la figura de un guitarrista enorme al que las generaciones jóvenes, especialmente las de fuera de España, conocen poco y no valoran como corresponde. Esto se debe, probablemente, a que Enrique de Melchor no suele salir en los medios, se le entrevista poco y normalmente está acompañando el cante, cosa que hace como muy pocos, pero que claro, debajo de las luces le quita protagonismo.
Hay que decir que Enrique de Melchor nació en Marchena (Sevilla) y tuvo como primer maestro a Melchor de Marchena, su padre, situación tan frecuente en el mundo de la guitarra flamenca. A temprana edad obtuvo premios de la importancia del Premio Nacional de la Cátedra de Flamencología de Jerez y el Castillete de Oro, del Festival de Cante de Las Minas, en La Unión.
Como solista, su discografía consta de cinco CDs, que son “Bajo La Luna”, “La Noche y el Día”, “Cuchichi”, “Arco de las Rosas” y el recientemente aparecido “Raíz Flamenca”.
También ha desarrollado Enrique una interesante labor pedagógica y hasta hace unos años impartía clases en los cursos que se dan cada año en el Festival de la Guitarra de Córdoba.
Entre otras cosas interesantes que ha hecho, favor tomar nota, resulta que viajó por todo el mundo tocando a dúo con Paco de Lucía cuando ambos eran jóvenes y eso no lo hace cualquiera, aunque en mundo esté lleno de alucinados “alumnos de Paco de Lucía” y seres que afirman haber “tocado con Paco de Lucía”...
Sin embargo hay algo que aunque debería ser sabido por todos, parece que no se ha valorado como corresponde : Enrique de Melchor es un innovador atrevido y uno de los grandes precursores de las agrupaciones en que la guitarra flamenca es arropada con la presencia de otros instrumentos hasta entonces impensables en la música flamenca y de hecho cuando a Paco todavía le faltaba un par de años para animarse a formar su grupo, primero quinteto, luego sexteto y más tarde casi una orquesta, Enrique de Melchor ya grababa para la TVE con acompañamiento de flauta, bajo eléctrico y bongó, este último el rey hasta que llegó el cajón.
No es sencillo entender y mucho menos desde acá (podemos elaborar alguna teoría, pero lo cierto es que no lo sabemos), por qué razón Enrique de Melchor no hizo una carrera de concertista como hicieron los otros de esa generación, es decir Serranito, Paco y Manolo, y se dedicó fundamentalmente al acompañamiento que, cuidado, no estoy diciendo que eso esté mal, sino que se advierte en Enrique una inquietud musical y una capacidad técnica que alcanzaban de sobra para haber hecho carrera en esa faceta que, se nota, le gusta mucho.
Lo importante, a mi juicio, es que aún cuando no haya hecho esa carrera solista internacional, el de Melchor es un tremendo guitarrista al que hay que escuchar con detención y valorar como corresponde, porque no es nada de sencillo llegar a tocar como toca y como ha tocado él y porque sin él, el panorama que hoy ofrece la guitarra flamenca no sería el mismo.
Les recomiendo ponerse ahora mismo a escucharlo, porque Enrique de Melchor no es uno más.


Carlos Ledermann